domingo, 24 de octubre de 2010

Historia 12

“Me he negado a menospreciar la palabra rutina. El motivo debería ser obvio. Hay eventos que se repiten regularmente y no por ello dejan de ser interesantes o se convierten en privativos. No por decir rutina, debo entender fastidio o aburrimiento.
Si una rutina se rompe, es porque se quiebra algo que a menudo no se percibe como importante sino sólo cuando ella no está”.
Todo ello pensó, aquel sábado que se halló solitario, sin agenda, sin su compañía luego de tantos sábados rutinarios de ver los ojos y escuchar la voz de esa mujer, algunas veces cercana, algunas veces distante, pero siempre presente en las noches del sexto día de la semana.
“Qué sucederá ahora que se ha roto esta rutina. Estoy condenado a otra rutina, o podré volver a la que tenía su presencia. ¿Por qué digo condenado? ¿Acaso me siento prisionero? No hay duda: una rutina que no sea como tú podría será un encierro”.

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