viernes, 5 de febrero de 2010

Historia 2

Antes de encontrarse con aquello que nunca imaginó, él solía llorar con facilidad.
Las lágrimas significaban sentimiento.
Sentimiento que lo exponían siempre al riesgo.
Y eso fue así hasta el día en que, como los torrentes de lodo y piedra que bajan de las laderas para arrasar pueblos, con un gran estruendo su cerebro fue sacudido detrás de letras que formaban palabras, palabras que formaban frases, frases que formaban felicidades que no eran para él.
Felicidades que eran dolor.
A partir de allí, contrario a lo esperado, se despidió de las lágrimas.
Era algo distinto y curioso.
El había perdido las ganas de llorar.

martes, 2 de febrero de 2010

Historia 1

La escena era su típica escena de un día en el ancianato.
La monja cariñosa limpia el excremento de este viejo saco de huesos que alguien abandonó.
Se habia cagado encima, como lo hacia desde antes de ingresar en este hogar que siempre sintió – merecidamente como una prisión.
"Es una lástima no acabar con la vida antes que ella se nos adelante y nos destruya, pero lentamente", habría pensado el anciano una tarde cuando lo llevaban desde el patio hacia su habitación.
Debían cambiarlo y limpiar su piel.
Olía a excremento y orín.
Se habia cagado y en su interior su rabia era inmensa.
Era la misma rabia que le le tuvo a su madre, a su padre, a su hermana, a todo lo que alguna vez se llamó familia.
Era la misma rabia que hoy tenía a sus despojos encerrados en esta cárcel de buenas monjas.
Era la rabia de no saberse muerto.

Alejandro Luy