lunes, 5 de julio de 2010

Historia 9

“Será complicado”, le dice la juez Irene Menéndez a Benjamín Espósito, en la escena final del Secreto de tus ojos. Lo dice luego de que ambos decidieron encerrar sus sentimientos por 25 años, sólo para liberarlos tras la puerta de una oficina de tribunales.
Y lo que hoy pienso es que dos o tres palabras, o una frase breve, es lo que se necesita para desencadenar una historia, ya sea para destruirla o para empezar su construcción. Dos o tres palabras, como guía de nuestro destino.
El resto del parlamento es relleno. Masa para agrandar el cuerpo, líquido para abombar sus entrañas. Con dos o tres palabras, o una frase breve, se puede prescindir del cuerpo del discurso absurdo.
Las hemos dicho o las hemos oído; o ambas cosas. Buscamos, sin quererlo,ser protagonistas de ellas.
Seguro que la mayoría está llenas de polvo en alguna mazmorra disfrazada de neurona, pero una que otra seguramente aparece, como payaso, como fantasma o como brisa de montaña.
“Ahora puedo”. “Lo sé todo”. “No quiero”. “Deja que sea el tiempo quien decida”.
Dos o tres palabras, o una frase breve, son el spot publicitario para el resto de la vida.

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