viernes, 5 de marzo de 2010

Historia 3

Se sentó frente a ella y dos copas de vino.
Sin dar tiempo a vencer el miedo, le habló mirándole a sus dedos:
"Los besos de una noche parecen fantasmas.
Y aunque te cueste creerlo, a los hombres tambien nos atormentan.
Son sombras que aparecen en el espejo.
A nosotros tambien nos impactan, aunque luego parecieran perderse en el frio de la mañana
Pero es mentira, tienen la mala maña de quedarse en el recuerdo
Cuando no nos torturan, algunas veces se comportan generosos y sólo quedan para sorprendernos.
He visto sonrisas detrás de esas visitas.
Por eso no que me quejo de ellos.
Siempre es grato que estén allí.
Cuando no estás, porque no te encuentras conmigo o cuando tu ojos me vean pero te sienta distante, invito a esos besos a mezclarse con vino tinto.
Levantó su mirada y concluyó: "algunas veces ellos me traen tus ojos".